"¿Te imaginas?", dije, riendo, con toda la inocencia que una niña podría tener, "¿Nosotros dos enamorados?".
Te reíste, luego de pensarlo unos segundos. “No”, murmuraste, “sería… Raro”.
Pero no, no era una idea extraña ni siquiera una locura. Era aquel anhelo que tanto tú, como yo, teníamos escondido y nunca admitiríamos. Estábamos ahí, frente a frente, exponiendo nuestro corazón y mintiéndonos descaradamente.
Tú me mirabas con dulzura, como se mira a una niña, como mirarías a la luz de tus ojos, al amor de tu vida. Y yo te miraba como un ciego miraría el mundo por primera vez, con una admiración extrema y un amor absurdo. No importaba nada más que la conversación silenciosa de nuestras miradas, y el murmullo que producían nuestros corazones acelerados.
"Tienes razón", admití con una sonrisa, "Tú y yo juntos sería una historia demasiado absurda".
También sonreíste. “Pero sumamente interesante”.
”
No hay comentarios:
Publicar un comentario